Llega crecida esta nueva entrega de la política intransigente. Sobre todo, en el alcance último y en la trascendencia de la intención. Vitoria, por primera vez en su historia, celebrará sus próximas fiestas de La Blanca sin corridas de toros. Una decisión proliferante desarrollada por la corporación local gobernada en coalición por el PNV y el PSE que, tras decidir no destinar recursos públicos para festejos taurinos, optó por convocar concurso para la adjudicación de la plaza, en cuyo pliego de condiciones se obligaba a las empresas aspirantes a aceptar conceptos económicos que antes asumía el Ayuntamiento. Una elegante forma de hacerlo inviable.
Así que con esta ubérrima determinación han impuesto su criterio defendiendo sus propios intereses, sin oposición, y pasándose por el forro de sus caprichos la pasión de muchos ciudadanos. Ni siquiera las tímidas protestas del PP han tenido efecto alguno. Quizá, porque con tan “atractivo” pliego los nuevos candidatos a la gestión han dicho no a la “rentabilidad” de una plaza que, entre políticos con deseos abolicionistas y taurinos que la exprimieron hasta agotar la “teta”, acaba cerrada al toreo.
Triste final para una feria, y una plaza, que paulatinamente se ha ido quedando sin gente. La necesaria para su rendimiento y revalorización. ¿Mala gestión? Algo se tuvo que hacer mal para que en los últimos años lucieran semivacíos sus tendidos. La continua pérdida de espectadores provocó la renuncia de sus dos últimos gestores a seguir con la explotación. Ni unos, ni otros. Ni los políticos facilitarán un nuevo pliego con atisbos de viabilidad, ni los empresarios taurinos apostarán por una feria que económicamente se hacía insostenible. Y en medio la anunciada consulta para la prohibición.
Visto como ha acabado la historia, ¿para qué cabrearse?, si no hay vacuna que combata la ferocidad del virus de la radicalidad. Si no existe nada, ni nadie, que lo debilite para fabricar un saludable futuro. Algunos medran, y otros siguen mirando para otro lado en este lapidario final con certeras pedradas al toreo. Vitoria se queda sin toros. Esta es la realidad. Muy listos, todos estos tíos.
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