Tarde (casi noche) calurosa en Motril para vivir la corrida organizada por Eventos Santa Asunción. David Fandila el Fandi, José Maria Manzanares y Alberto López Simón, que sustituía a Cayetano Rivera, cortaron seis orejas ante flojos y descastados astados de Fermín Bohórquez. Al romper el paseíllo se guardó un minuto de silencio, tras el cual sonó el Himno Nacional. Se vivió algo insólito, inexplicable a la vez que ilegal y vergonzante. El presidente devolvió al sexto toro una vez iniciada la faena de muleta. Con tropelías así, no necesitamos antitaurinos…
Negativo abrió la corrida, y David Fandila El Fandi lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas, y verónicas sacándolo a los medios, para rematar con una verónica de rodillas. Desde la salida acusó poca fijeza y estar justo de fuerzas, algo que se acrecentó en el tercio de banderillas, donde el granadino puso cuatro pares. Inició la faena de rodillas junto a las tablas para seguir con una tanda de molinetes ligados con dos pases de pecho. En la segunda tanda el de Fermín Bohórquez ya estaba quieto y apenas respondía a los toques. Muy pausado lo llevó el de Granada, a media altura, para que no se desgastara aún más. Un circular invertido eterno en el platillo de la plaza, y no había más. Negativo se apagó y con él la faena de El Fandi, que aunque intentaba exprimirlo, tan sólo duraba un pase. Faena larga e insulsa, en la que un último arrimón de rodillas levantó las palmas de los asistentes. Estocada, y dos orejas.
Pecador fue el primero del lote de José María Manzanares, al que paró con unas verónicas lentas y muy elegantes, con la figura compuesta, saliendo muy poco a poco al tercio. Por doblones comenzó su faena el alicantino, y el astado ponía las cosas difíciles por el pitón derecho, por el cual miraba mucho y se revolvía rápido. Lo cambió al izquierdo, por donde era incluso peor, una media altura con miradas peligrosas. De nuevo en el pitón derecho, Pecador se metía mucho y dio algún susto al toricantano, que lo pasó mal durante toda la faena, donde el astado de Bohórquez no le permitió desplegar su tauromaquia. Pinchó en varias ocasiones, y mató de media estocada.
Alberto López Simón demostró su clase con el capote en todo momento. Desde el recibo de Impecable con verónicas, llevando al morlaco al caballo por chicuelinas a pies quietos y en el quite con gaoneras y una revolera. Parecía tener más clase que sus hermanos pero la misma fuerza, y el torero de Barajas, desde los medios lo llevó corto, dándole tiempo entre muletazo y muletazo. Por ambos pitones se revolvía rápido, enganchando al torero en alguna ocasión. Se metió entre las astas, como nos tiene acostumbrados, y ahí la faena cogió algo de vuelo, pero sin mucho éxito. Mató de estocada en el sitio.
Tras la tradicional merienda, convertida en cena por la hora, salió al coso motrileño Isleño, con la misma fijeza y fuerzas que el primero del lote de El Fandi, además de cojear de la mano izquierda. Antes del tercio de banderillas el negro zaino ya estaba reventado, y tras las carreras en banderillas, llegó a la muleta exhausto, a la vez que se quejaba el de Granada de que no veía. Rajado desde que David cogió la muleta, Isleño se movía como el que corre sin cabeza. Miraba a tablas, se quejaba, se paraba en medio del pase… Sin fijeza, rajado, medio manco, pero con casta. Las cosas tan extrañas de la tauromaquia. Cuando quería, humillaba más que cualquier otro de la corrida. Lo mismo rebrincaba en un muletazo, que hacia el avión en el siguiente. Comportamiento murube puro. El Fandi lo intentó de todas las formas, y en todos los puntos de la plaza. Mató de estoconazo.
Igual de deslucido saltó Carbonero, quinto de la tarde para José Maria Manzanares. Difícil pararlo, difícil lidiarlo con el capote… Pero sin embargo, con la muleta y desde lejos se arrancaba. A media altura, en recto, y dejándolo correr se dejaba más que los anteriores. No era buen toro, pero permitió a Manzanares torear. Bajó la mano, metió riñones, y extrajo la bravura que había. Carbonero al menos se movía con ritmo y no protestaba mucho. Se lo pasó por los muslos, y el respetable lo agradeció. Media estocada certera.
Saltador fue el cierraplaza, distraído de salida y al que López Simón no pudo lucir con el capote. El madrileño pidió rapidez y pocos capotazos en el tercio de banderillas, pues estaba cogido con pinzas y cerrado en tablas. Se lesionó antes de comenzar el tercio de muleta y, una vez que Alberto López Simón ya tenía la muleta, el presidente sacó pañuelo verde. Algo nunca visto (afortunadamente).
El sexto bis aparentaba tener algo más de fuerza y raza, pero nada más lejos de la realidad. Anclado al albero motrileño, se movía a tirones mientras el de Barajas intentaba componer la figura. Voluntad no le faltó al matador, pero dos no pelean si uno no quiere, y aunque en ocasiones Amistoso pretendió luchar, fue un espejismo. Estocada.
Plaza de toros de Motril. Tres cuartos de aforo sobre entrada permitida.
Toros de Fermín Bohórquez (malos, descastados, sin fuerzas) para
David Fandila el Fandi (coral y oro), dos orejas y oreja.
José Maria Manzanares (marino y oro), silencio y oreja.
Alberto López Simón (canela y oro), oreja y oreja.
Fran Urbano / @franurvargas