A las 18.30 horas parecía que no habría corrida en Las Ventas. Madrid estaba sumergido en un tremendo aguacero que dejó el piso prácticamente impracticable para el toreo. La fortuna fue que sólo duró unos diez minutos, y veinte minutos después gracias al extraordinario drenaje del coso de la capital de España el piso se encontraba en perfectas condiciones. Sin embargo cayó otra lluvia torrencial cuando salió por los chiqueros el primer toro y eso condicionó mucho las lidias y las faenas. En cuanto al contenido de la tarde hubo cosas interesantes pero nada se remató. El mejor toro fue el cuarto, de la ganadería de Victoriano del Río, un toro mansito pero encastado que permitió a Miguel Ángel Perera realizar un gran toreo en redondo mostrando nuevamente su rotundidad, temple y poder, lástima que el toro solo durase tres tandas antes de rajarse y que el extremeño no consiguiera enterrar la espada en el primer intento. Talavante dejó buenos detalles al natural en sus dos oponentes, sin embargos, ni el de Núñez del Cuvillo ni el de Victoriano del Río tuvieron fondo para rematar las faenas. Por último, Ginés Marín, fue el que tuvo peor lote, el primero manso y el segundo muy deslucido, y se marchó prácticamente inédito.
